viernes, 22 de noviembre de 2013

El Cóndor 1825





    PRIMER PERIÓDICO DE BOLIVIA


    Los nacientes periódicos impresos en Bolivia, datan de los primeros albores de la Constitución de la República. Entre los incipientes medios impresos que circularon en el país durante la Republica, están El Cóndor con una marcada línea republicana, reflejaba los acontecimientos más sobresalientes del acontecer nacional, nació un 12 de febrero de 1825; posteriormente La Gaceta de Chuquisaca, publicando sus ediciones de manera eventual. Los dos medios impresos eran publicados en la capital de la República Sucre hasta poco antes de la Real Audiencia y de la Gobernación e Intendencias, bajo la tutela de la monarquía española que gobernaba el Alto Perú.
    Es a partir del año 1825, que se editan hojas impresas con título, formato y característica de un periódico, provocando de esta manera la desaparición de los papeles manuscritos con característica publicitaria.
    Con anterioridad a 1825, hubo otros documentos trabajados en imprenta en el Alto Perú. Estos eran los boletines militares elaborados por los miembros de los ejércitos durante la guerra. El primero de estos boletines fue publicado por el general realista PIO TRISTÁN, en la ciudad de La Paz, el año 1811, según datos de Marcos Beltrán Ávila, historiador orureño. Otro boletín del ejército realista fue el “Telégrafo” dirigido por el español Pedro de Olañeta y publicado el año 1822 en el pueblo de Mojo.
    Según Carlos Montenegro, “los boletines militares y el Chuquisaqueño, son parte de un proceso a la publicidad escrita, ya en los tiempos de agonía del periodismo caligráfico y comienzos del periodismo impreso”. Destacando que la última hoja hecha pública trabajada en los talleres de prensa antes de la fundación de la República, fue la Gaceta de Chuquisaca.
    Raúl de la Quintana Condarco, en su obra “Breves reseñas sobre periódicos bolivianos” dice que una de los primeros medios en hacer conocer su protesta contra las atrocidades que cometía Mariano Melgarejo, fue el periódico paceño “El Republicano” iniciando sus ediciones un 29 de noviembre de 1870, a la cabeza de Wenceslao Baluarte, como responsable.
    El año 1878 nace el primer periódico boliviano de circulación diaria con el nombre de “El Comercio”. A partir de entonces, el periodismo se incorpora a los grandes intereses económicos ofertando a los públicos distracción material y espiritual, constituyéndose al pasar de los años en uno de los pilares del derecho a la información, en dichos medios han confluido intelectuales, destacados pensadores de la literatura y defensores de las grandes conglomerados sociales teniendo cautela en las publicaciones de hacer conocer hechos que vayan perjuicio propio.
    Contrariamente a lo anterior, el periodismo sedicioso tuvo muy pocas opciones de impulsar acciones destinadas a desestabilizar gobiernos, debido a que “los gobiernos, sin excepción alguna clausuraban los periódicos opositores ante las primeras demostraciones de oposición” no solamente se procedían con los cierres de medios impresos, sino que los periodistas que de alguna manera tienen que ver con los medios y las notas, también fueron perseguidos, presionados y en algunos casos detenidos cuando no asesinados. Convirtiendo la labor periodística en una de las profesiones de mayor riesgo y poco reconocida, que a pesar de todo su vigencia es de imperiosa necesidad en cualquier sociedad.
    La Prensa y la Guerra del Pacífico
    El principio del enclaustramiento geográfico de nuestro país a partir de 1879, a manos del invasor chileno que se apodera del Litoral Boliviano, ha generado enorme repercusión en la región, particularmente en nuestro país. Producto de este ingrato acontecimiento, salieron a la luz pública aproximadamente 34 periódicos, todos con el propósito de exaltar el civismo en la población nacional. Posterior a este egoísta acontecimiento, provocado por la ambición chilena, aparecen otros medios impresos que también marcaron época: Por ejemplo; La Razón, que obtuvo un premio internacional; El Diario, en la ciudad de La Paz, hoy por hoy considerado el decano de la prensa nacional; Los Tiempos de Cochabamba y La Patria en la ciudad de Oruro, entre otros.
    Estos medios periodísticos no siempre han sido creados para atender las necesidades del colectivo social, debido a la influencia ejercida en el campo político y económico, particularmente cuando se trata de grandes corporaciones con capital extranjero prestándose a una serie de manipulaciones, que hoy por hoy somos testigos de ese accionar.


    EL CONDOR DE BOLIVIA


    Periódico de la Independencia. El Cóndor de Bolivia cuyo primer número fue vendido el 12 de noviembre. Era un semanario. En 1826, fuera de El Cóndor de Bolivia, la pequeña imprenta se dio medios para publicar 32 números de la República Boliviana; colección oficial de Leyes, decretos y órdenes de gobierno”. En 1827, Domingo Alcalá, un sobrino del Presidente Sucre, entre el 1º de septiembre y el 15 de octubre, publicó cuatro números de El Mosquito (4). Este mismo año la Colección oficial publicó nueve números. Pocas semanas después del atentado contra el Presidente Sucre, (18 de abril de 1828) los redactores publicaron el 26 de junio el último número de El Cóndor de Bolivia. En su lugar, pero dentro de las tendencias de la nueva situación política, el 24 de julio apareció en Chuquisaca El Nacional de Bolivia y el 21 de diciembre La Crónica de Charcas. En este mismo mes, en la ciudad de La Paz, salió la hoja El Eco de La Paz. No figura en el Ensayo de una bibliografía general de los periódicos de Bolivia, 1825-1905, y por lo tanto no se halla en la colección de la Biblioteca Nacional, pero sí en la Biblioteca de la Universidad Mayor de San Andrés, de La Paz, el semanario Veinticinco de Mayo, con sus números tres y cuatro. Presumiblemente, pudo tener René-Moreno conocimiento de su existencia, pero si no lo consignó en su Ensayo fue tal vez porque no lo tuvo en sus manos. Es sabido que en su obra bibliográfica sólo daba noticia de lo que veía directa y objetivamente. El Veinticinco de Mayo constaba de dos páginas a dos columnas, y se editaba en una imprenta llamada de la Buena Fe, a la cual es difícil identificar. En su número 4, de 17 de junio de 1826, informa sobre la llegada a Chuquisaca de un Edecán de Bolívar que traía el reconocimiento del gobierno del Perú de la independencia de Bolivia y el proyecto de Constitución remitido por el Libertador. Con el propósito de facilitar la circulación del nuevo periódico no sólo en la capital de la República, sino en las demás ciudades del país, el 25 de octubre de 1825, el gobierno dictó una orden para el libre porte de los periódicos: “... y que es no sólo útil sino conveniente al público proporcionarse de todas partes periódicos, ha dispuesto que se quite el derecho o porte que se cobra en las administraciones de correos, de estos departamentos por toda clase de impresos, siendo por lo tanto gratis la conducción o el porte”. En la primera Constitución política de Bolivia, redactada por el Libertador Bolívar, llamada “Vitalicia”, se encomendó a la Cámara de Censores entre otras funciones todo lo referente a las Leyes de imprenta. La Cámara debía “Proteger la libertad de imprenta y nombrar a los jueces que deben ver en la última apelación los juicios de ella”. Título 5º, artículo 60, incisos 2 y 3. Entre las garantías establecidas por la Constitución para la libre difusión del pensamiento escrito, el artículo 150, Título 11, de las garantías, establecía claramente: “Todos pueden comunicar sus pensamientos de palabra o por escrito, y publicarlos por medio de la imprenta, sin previa censura, pero bajo la responsabilidad que la ley determine”. Una semana más tarde, con la celeridad que caracterizó sus tareas, el Congreso Constituyente dictó una ley que ratificaba las garantías establecidas por el articulo 150 de la Constitución, pero fijando los naturales limites al uso de la libertad de imprenta. Se transgredía esa libertad “1º. Atacando de un modo directo las leyes fundamentales del Estado, con el objetivo de inducir a su inobservancia; 2º. Publicando escritos contrarios a la moral o decencia pública; 3º. Injuriando a cualesquiera personas sobre las acciones de su vida privada”. Respectivamente, las sanciones consistían en seis meses de destierro, el pago de doscientos pesos de multa y cien pesos. Las causas serían conocidas en juicios públicos por un jurado establecido en cada capital de departamento y constituido por ciudadanos bolivianos de más de 25 años de edad. Dos semanas antes de la publicación del primer número, el día 29 de octubre circuló en la ciudad de Chuquisaca un “prospecto” del periódico titulado El Cóndor de Bolivia, que es como una carta de intenciones, la cual traduce el júbilo orgulloso de sus editores porque Bolivia fuera una nación independiente. Para lograrlo “Torrentes de sangre han corrido; miles de víctimas han sido sacrificadas al empeño bárbaro de esclavizarnos” y había sido cabalmente la consigna de los primeros años de la lucha “la independencia o la muerte”. Ahora comenzaba la era de la libertad y el “conocimiento exacto” de unos derechos sacrosantos, y preciosos, inalienables por su naturaleza”, los cuales conducirían la política del periódico. No ignoraban sus editores que había hombres enemigos de la libertad. “Los perseguiremos sea cual fuese su clase, o categoría. No habrá consideraciones. Impávidos presentaremos nuestros pechos a la muerte antes de ceder”. Ya en aquellos primeros días de la independencia, reconocían los editores que a pesar de las riquezas que encerraba el país, la nación vivía una existencia indigente. Para que los bolivianos amaran a su país el periódico se proponía mediante sus columnas y sus escritos ilustrar al pueblo sobre los principios de la “ciencia social”. El Cóndor de Bolivia proclama su absoluta independencia con relación a cualquier partido, así como con respecto al gobierno de la nación y hacía un llamado a los bolivianos para construir la felicidad general. “Los destino de la Patria dependen de nosotros mismos: formémosla digna de nosotros hagámosla querida a nuestro corazón, puesto que tanto nos cuesta”. ¿Por qué el nombre de El Cóndor elegido para le nuevo periódico?. Porque era un ave “propia de nuestro suelo” y “por fuerza su arrojo, su velocidad, su perspicacia...”. El primer número, del día 12 de noviembre, que es en realidad la fecha de aparición del periódico, transcribía el lema: “El gobierno es como toda las cosas de este mundo. Para amarle es necesario conocer sus ventajas”. Sin falta, aparecería en todos sus números, hasta el último, el 134, de 26 de junio de 1828. No fue por casualidad que se eligiera un pensamiento de Testu Du Tracy, puesto que la ideología del filósofo francés figuraba en las inspiraciones que tuvo el gobierno del Mariscal, como fue declarado por ley. Ese cariz liberal que trasciende en muchas páginas tenía su clara inspiración en la Ideología de Du Tracy, cuyos principios a su vez, procedían de las vertientes de la Ilustración y la Enciclopedia francesas. Para el ateo y materialista Du Tracy las únicas leyes que definían el destino del hombre eran las de la naturaleza y había que librarlo de la influencia de las concepciones religiosas. La razón debería ocupar el lugar de la fe. Guillermo Francovich coloca al pensador francés en un modesto “cuarto lugar” en las jerarquías del pensamiento filosófico: El Cóndor de Bolivia era claramente anticlerical y, como tal, apoyó constantemente en forma decidida las medidas del gobierno de Sucre que tendían a acabar la influencia y el poder de la iglesia, comenzando por la expropiación de sus conventos y monasterios. Gobernantes sin práctica en la administración pública y que habían accedido por primera vez al manejo del Estado; parlamentarios que no conocían otro sistema que el colonial español y a quienes una larga guerra que virtualmente asoló al país, les había impedido adquirir una formación política y administrativa; en un país aislado por su posición geográfica de las corrientes intelectuales y culturales, aunque muchos hubieran concurrido a las aulas de una universidad de alto nivel y de allí salieran Monteagudo, Moreno, Medina; periodistas que hacían sus primeras armas y que tenían como modelo apenas los periódicos de Lima o Buenos Aires. Tal vez los únicos que sabían su oficio eran los militares que habían peleado tanto tiempo por la independencia y que después hicieron o no buen uso de él, es otra cosa. Los editores de El Cóndor de Bolivia tomaron en serio su papel de ilustrar a sus lectores para hacer uso de esa libertad, “escribiendo este artículo –decían los editores– nuestro objetivo es que entienda la masa general del pueblo cuáles son sus facultades, cuándo acaban y dónde empiezan sus deberes, para así conservar el gobierno de las pasiones viles” (9). Es extraño que apenas fundada la República se señalara tan tempranamente la existencia de los peligros que debía hacer frente al nuevo estado de cosas. Uno puede imaginarse cuan inédito y difícil era ser libres. A lo largo de la existencia del periódico, entre sus temas fundamentales, estuvo de manera infaltable la preocupación por preservar la construcción del Estado independiente, y sin rencores hacia el pasado colonial, destacó permanentemente los bienes republicanos. Estaba entendido que la soberanía residía en el pueblo, pero tenía sus límites, y era expresada por los representantes libremente elegidos. 1825, año de sucesos que, con todo lo que les había tocado ver, no podían ser más trascendentales para los bolivianos. Año de la llegada del ya legendario Ejército Libertador con el Mariscal Sucre a la cabeza. Extinción de la última fuerza militar española en Tumusla. Primera vez que se los convocaba a elegir a sus representantes y gobernantes; la ruptura del sistema colonial y la fundación de la República. Una asamblea que comenzaba la desconocida tarea de legislar. Como si todo ello fuera poco para conmover el ánimo de los bolivianos, la llegada a fines de año de Bolívar, ese ser convertido en leyenda, entre arcos de júbilo y salvas de cañones. Pero no sólo fue una trayectoria entre banderas y multitudes, puesto “No hay ramo de la administración pública que no le haya ocupado y los decretos que ha expedido para el fomento y buena administración de nuestro naciente Estado con un testimonio vivo de su sabiduría”, escribía El Cóndor de Bolivia el día de su salida de Chuquisaca. René-Moreno dijo que así como en un comienzo Bolívar fue enemigo de la independencia, salió de Chuquisaca “jurándola”. Como es frecuente que en la redacción de una tesis universitaria o en un trabajo de investigación histórica, surjan otros temas colaterales o marginales que no entraban en los propósitos iniciales del investigador, el historiador norteamericano Charles W. Arnade al componer y escribir su libro The Dramatic Emergence of the Republic of Bolivia, redactó un excelente estudio sobre El Cóndor de Bolivia, al cual señaló como una fuente inapreciable para el estudio de la administración del Mariscal Sucre. Sin embargo, Arnade no pudo utilizar la rica información contenida en el periódico porque su libro llega o termina el día en que la Asamblea de Representantes de las provincias del Alto Perú proclaman la independencia del país, cuando el periódico no había comenzado a editarse. En el curso de su investigación, Arnade dio con unas notas inéditas de René-Moreno sobre el periódico y las transcribió en su artículo “Un preclaro periódico boliviano El Cóndor de Bolivia” (11). Se citan las notas en varios otros párrafos de este prólogo. Al historiador de la misma nacionalidad William Lee Lofstrom, le tocaría aprovechar inteligentemente la información que cubre todo el período por él estudiado en su libro El Mariscal Sucre en Bolivia, La Paz, 1983, el más completo y medular que se haya escrito en Bolivia sobre el Mariscal. Al leer las páginas de El Cóndor de Bolivia surge inevitable y prioritariamente la curiosidad por saber quiénes dirigían y redactaban el periódico. Con la autoridad que le es reconocida y la responsabilidad con que hacían sus afirmaciones René-Moreno comienza las notas diciendo: “Este célebre periódico ministerial, el más antiguo de su especie en Bolivia, escrito bajo la inspiración y aun bajo el dictado del presidente Sucre.






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